viernes, 8 de agosto de 2014

Capítulo 1: Noah (2)

Te preguntarás ¿qué es la TTF? La TTF nos rodea, vivimos con ella. Está en los alimentos, en el agua, en el aire... No podemos escapar de su sombra y cuando ella decide acabar con nosotros, la muerte ya habrá llegado para llevarnos

-Muy bien Bernard, pero ya es hora de recoger todo y ponernos en marcha- Apuraba Noah mirandome fijamente mientras yo seguía tumbado en el suelo mirando hacia el cielo semiestrellado.

-Aún nos queda un largo camino hasta llegar a la siguiente ciudad de Azerbaiyán. Espero que estés con fuerzas para andar todos los kilometros que nos quedan.

No quedaba nada para amanecer pero teníamos que ponernos en marcha lo antes posible si queríamos llegar al mediodía a una ciudad donde cubrirnos de este potente sol y poder hidratarnos si queríamos seguir con nuestra misión.

Esa noche habíamos parado a descansar en un poblado donde su líder nos acogió con gran amabilidad y cortesía ofreciendonos dormir al lado del establo compartiendo agua del ganado y el maíz de las pocas gallinas que conservaban.

No me veía en la obligación de esperar a que cantara el gallo para tener que despedirme de todos ellos, por eso nos pusimos en marcha antes de que saliese el sol. Nuestra dirección era la ciudad de Coterot.

-Recuerdame que hacemos caminando en medio de la nada con una mochila cuyo contenido aún no me has querido decir- Me preguntó Noah mientra limpiaba las gafas con su camiseta blanca decorada de pájaros de distinto tipo.

-Ya lo sabes -Le miré de reojo y observé como se ponía las gafas de nuevo esta vez más limpias y cristalinas - Tenemos que alcanzar la capital del país para poder escapar de Azerbaiyán y seguir hacia el oeste y la única forma de hacerlo es conseguir un medio de transporte digno y nuestra única oportunidad está en Coterot. Y sobre la mochila ya te he dicho que yo me encargo de todo. Llevo una cantimplora de agua, algunas latas de comida, ropa y algunos papeles que nos ayudarán a llegar a Madrid.

Volví a mirar a Noah. Miraba hacia el frente todo el rato. No protestó ante mis explicaciones pero sabía que no lo había convencido. Me gustaría contarle más detalles sobre lo que tengo que hacer pero mi juramento me lo impedía. Quizá cuando todo esto acabe podamos sentarnos en las tumbonas de mi antigua casa alrededor de la piscina y hablar sobre todo esto mientras observamos los pájaros pasar por encima nuestra sobre un cielo limpio. Prefería eso y no tener que soportar ver a esos pobres pájaros en su maldita camiseta.

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